Hola amigos, soy
Carlota...
Natacha está fuera estos días... y no pude evitar robarle su contraseña, así en un descuido... ya sabéis que lo mío es vivir al día... las emociones fuertes...
En fin, a lo que voy, que me hago cargo del blog hasta su vuelta.
No creo que le moleste... es un poco caprichosa e infantil... y se cree que con esas coletas y esa carita que pone.... lo tiene todo hecho... pero la tengo calada... Es demasiado seria con sus cosas, así que os ruego que no le digáis nada... Cuando vuelva ya le explicaré que un blog no puede quedarse así, sin más... Hala, se va de puente y ¿los seguidores, qué?
He visto que tiene una tarea pendiente... un meme o algo parecido.... Se lo encarga una
gatita que maulla a la luna o algo así...
El caso es que tiene que hacer un texto que contenga las siguientes palabras:
Vida,
Sexo,
Cine,
Amor,
Literatura,
Viaje.
Creo que os contaré algo que me pasó una vez... para adelantarle el trabajo a la niña de las coletas: (luego encima, se quejará), si es que...

"Cuando conocí a Sergei, estaba casada aún con mi marido, el japonés... Sergei poseía eso que a todas las chicas nos gusta... Es un "chico malo" y los chicos malos... tienen algo de lo que los buenos carecen... ¡Aventura! ¡Pasión! ¡
Sexo! y eso... para una mujer como yo.... pues es la
vida.El japonés (le llamo así porque lo de "ex" no me gusta) mucha reverencia, mucha formalidad... pero a la hora de verdad... ¡un poste, el tío....! El día que fuimos a la fiesta del embajador de Suecia en Tokio, fue Sergei quien nos llevó. El chófer estaba enfermo y él se ofreció... ¡qué listo! sabía que tendría acceso a la fiesta desde la zona de catering donde aguardaba todo el servicio...
Con esa mirada, ninguna mujer que vigilase la entrada, podría resistirse a sus ojos color caramelo... Y así, vestido con un traje negro, se coló en la fiesta... Yo le vi enseguida. Me miró y cuando me guiñó un ojo, ya sabía que no podría delatarle...
Mi corazón volaba a su lado, palpitaba como en esas películas infantiles del
cine, donde el rojo órgano no sale del cuerpo con cada latido, porque la piel se lo impide... mis pupilas se dilataban y mi respiración se aceleraba, junto con una sensación de deseo, de tomarle en mis brazos, de abandonarme en los suyos... algo irrefrenable se apoderaba de mi...
¡Estás loca! me dije... Ese hombre va a robar a las esposas de los colegas del japonés... No me importó. Es más, decidí ayudarle... yo entretenía a las grandes damas mientra

s él, con su habilidad de guante blanco, iba rellenando la pequeña bolsa que guardaba bajo un lateral de su chaqueta.
No hizo falta premeditación, ni ensayos... estábamos hechos el uno para el otro... como en esas grandes obras
de la literatura universal, donde complicados engranajes funcionaban a la perfección.
Me enamoré aquel día de Sergei Duvanov, mano derecha de mi marido el japonés, que me hacía reverencias hasta en la cama...
Yo no quería
sexo con reverencias.. ni siquiera quería su
amor... ¡Quería sexo con pasión! quería a Sergei. Y lo tuve, vaya que si lo tuve... no entraré en detalles, no sea que Natacha me estrangule cuando vuelva, sé que no le gustan las descripciones escabrosas, ni subidas de tono... es una tiquis miquis ... (una pena, porque fue... uff, cómo fue).
Amé a Sergei en cada
viaje que el japonés hizo durante mi
vida a su lado... Lo bebía como agua el sediento, como un manjar el hambriento... Deshacíamos la cama como dos leones salvajes, como si nos fuera en ello la vida... Gozar con Sergei era todo lo que me importaba. Tras mi estirada existenc

ia en blanco y negro, de esa decoración minimalista que acabó con los colores de mi entorno... él se convirtió en el aliciente que me hacía sentir viva...
Sergei Duvanov era el color, el amor, la vida, el sexo, la aventura, lo prohibido... lástima que, como bien sabéis, me dio esquinazo en la
fiesta de Buenos Aires, donde consiguió un botín que le mantendría alejado de zonas de riesgo durante meses...
Yo, lejos ya del japonés y con el corazón roto... busco a Sergei en todas las fiestas a las que soy invitada... Ahora, Natacha, que en el fondo creo que es la única que me entiende y me quiere tal cual, me acoge durante una pequeña temporada...
Solo quería saludaros y adelantar algo del trabajo de esta mocosa...
¿Creéis que se enfadará?
Me pregunto porqué venís a verla... Es tan idealista.. siempre con sus gatitos, sus besitos, su sentido del deber... uff, me agobia. ¿Porqué no se soltará el pelo alguna vez, esta chica...? Se lo digo, pero no me hace caso...
Un beso,
Carlota de Brei...