Me niego a cuadrarme en el baldosín que me toca. Si eso, ya me voy a otro suelo sin rayas...
Y qué le voy a hacer si me gusta ser feliz.
Si no quiero despedir a la niña que me hace sonreír...
si me gusta buscar la luz y el color, allá donde el gris se apodera del paisaje.

Así que...
a todos esos seres en blanco y negro que transitan por esta vida chupando descaradamente la energía, la salud y la calma de los demás, deciros que tenéis la batalla perdida, es más: Ni siquiera estás invitado a la guerra de mi vida.
No me entretendré ni un instante en vuestro mundo pedregoso, fangoso y plagado de trampas. ¡Paso!
Vosotros seguid sembrando lágrimas saladas que yo seguiré derramando las mías, cargadas de azúcar sobre aquellos a los que acecháis.Tengo las de ganar.
Permitidme que os díga algo: (con todo cariño, claro)
¡¡¡TRISTEEEEES, QUE SOIS UNOS TRISTEEEES!
Quedaos en vuestro mundo para-lelo, esperando recoger cosechas que nunca sembrásteis.
Ayssss, ¡Qué agusto me he quedado...! :)
Y a todos los demás (que somos multitud) que la vida nos siga sonriendo. Alejémonos de los negativos, que se junten entre ellos y se hundan en su oscuridad, con el regocijo que eso les proporciona.
Y tú, ¿Te has encontrado alguna vez a estos especímenes tirando de tus pies? (Cuidadín, que, así por fuera, parecen como normales. No son muchos, pero Ojú, la pupa que hacen...)
Un beso,
Natacha.