¿Dónde es más peligroso perderse...?
Uno puede perderse en grandes palabras, grandes proyectos. Pensar que se comerá el mundo, cuando en realidad el mundo nos devora cada día.
Cuando te pierdes por fuera, tan solo pierdes el norte... cualquier brújula te guiará, cualquier persona dotada de esa orientación que te falla, te ayudará a encontrar el camino de vuelta...

Pero, ¿qué pasa cuando te pierdes dentro de ti mismo?
Te embriagas con aromas que te saturan los sentidos, acomodas el camino a tus caprichos sin advertir que hay infinidad de cambios que no puedes controlar.
Cuando compruebas que la vida te maneja cual marioneta inerme, desprovista de toda defensa, la lucha se vuelve estéril y el camino angosto y áspero.
Y a merced de las olas te mueves. En la tormenta el mar juega a casi ahogarte.
Y mientras chapoteas, intentando no perder aliento, el mundo cambia no como tu querías, sino a su bola.
Algunos tablones, algunas áreas de servicio te permiten un respiro. Pero hay un precio. Pararse cuesta tiempo, eso tan valioso que se pierde y no vuelve. Y te apremias, te agobias...
Es agotador, amigos...
Perdida dentro de mi misma busco la salida, o al menos un sitio en batería donde el parquímetro no me cobre...
Tu, ¿cuántas veces te has perdido...?
Esta es la segunda vez en mi vida... Y ¡vive dios! que si no hay dos sin tres... lo llevo claro.
Un beso,
Uno puede perderse en grandes palabras, grandes proyectos. Pensar que se comerá el mundo, cuando en realidad el mundo nos devora cada día.
Cuando te pierdes por fuera, tan solo pierdes el norte... cualquier brújula te guiará, cualquier persona dotada de esa orientación que te falla, te ayudará a encontrar el camino de vuelta...

Pero, ¿qué pasa cuando te pierdes dentro de ti mismo?
Te embriagas con aromas que te saturan los sentidos, acomodas el camino a tus caprichos sin advertir que hay infinidad de cambios que no puedes controlar.
Cuando compruebas que la vida te maneja cual marioneta inerme, desprovista de toda defensa, la lucha se vuelve estéril y el camino angosto y áspero.
Y a merced de las olas te mueves. En la tormenta el mar juega a casi ahogarte.
Y mientras chapoteas, intentando no perder aliento, el mundo cambia no como tu querías, sino a su bola.
Algunos tablones, algunas áreas de servicio te permiten un respiro. Pero hay un precio. Pararse cuesta tiempo, eso tan valioso que se pierde y no vuelve. Y te apremias, te agobias...
Es agotador, amigos...
Perdida dentro de mi misma busco la salida, o al menos un sitio en batería donde el parquímetro no me cobre...
Tu, ¿cuántas veces te has perdido...?
Esta es la segunda vez en mi vida... Y ¡vive dios! que si no hay dos sin tres... lo llevo claro.
Un beso,